El invento de la Pintura prehistórica levantina
Danza fálica
La fotografía
muestra una reproducción de la escena que ha pasado a ser conocida como Danza
fálica, más concretamente del calco de la pintura rupestre (c. IV milenio a.C.)
de la Roca dels Moros, situada en el municipio de El Cogul (Lleida, España),
que se encuentra en el Museo Arqueológico de Barcelona.
Pintura
prehistórica levantina, exponente artístico de las comunidades neolíticas
asentadas en el Levante español a fines del V y a lo largo del IV milenio a. C.
Pese a haber cabido a J. Marconell el honor de descubrir en 1892 las primeras
manifestaciones de este arte en La Cocinilla del Obispo (Albarracín, Teruel),
correspondería a J. Cabré y R. Huguet dar a conocer al mundo científico la
pintura levantina, por medio de la publicación de los ciervos de estilo
naturalista de Calapatá, en Teruel (1903), y de la danza fálica de la Roca dels
Moros de El Cogull, en Lleida (1907). Se trata de representaciones pictóricas
monocromas, plasmadas preferentemente en colores rojizos, más raramente en
blanco o en negro, que se ejecutan en abrigos rocosos a los que llega
directamente la luz solar, cuando no en paredes al aire libre. Formalmente, y
por contraste con el arte paleolítico franco-cantábrico, se ha subrayado como
uno de sus principales rasgos el contenido narrativo de las composiciones
—escenas de caza y lucha, de recolección de miel y cereales, de domesticación y
danza—, en las que la figura humana juega un papel protagonista. Desde sus inicios
—en el Pla de Petracos se superpuso literalmente al arte macroesquemático—, la
pintura levantina sufrirá un continuo proceso de esquematización que, en último
término, le hizo perder sus señas de identidad para diluirse en una corriente
abstracta que amplía su marco espacial a toda la península Ibérica.
El
arte levantino se extendió por casi toda la vertiente mediterránea peninsular
desde Lleida hasta Almería, atestiguándose una mayor densidad en áreas próximas
a la costa, aunque no falten conjuntos importantes en lugares tan alejados del
mar como Río Vero en Huesca, Albarracín en Teruel o Villar del Humo en Cuenca.
Además de los ya citados de Teruel y Lleida, los conjuntos más significativos
se localizan en las provincias de Castellón (Valltorta, Remigia y La Gasulla),
Valencia (La Araña de Bicorp) y Albacete (Alpera, Minateda y Nerpio).
En
diciembre de 1998, la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad al arte
rupestre del Arco Mediterráneo de la península Ibérica, premiando así a las
actividaes de conservación llevadas a cabo por los gobiernos autónomos de
Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, Valencia y Región de Murcia,
en parte de cuyos territorios existen muestras de dicha manifestación cultural
neolítica.
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