Los radiotelescopios detectan la radiación electromagnética del espacio con longitudes de onda que van de 1 mm a más de 1 km. Como los radiotelescopios sólo son sensibles a la radiación electromagnética con una longitud de onda relativamente larga, la resolución (capacidad de distinguir el detalle) de un instrumento sencillo es baja. Sin embargo, cuando las señales de un grupo de telescopios que apuntan al mismo objetivo se combinan, la resolución se mejora enormemente. Por ejemplo, el radiotelescopio VLA de Socorro, Nuevo México (EEUU), tiene 27 platos cuyas señales individuales se pueden combinar para formar una sola imagen de alta resolución.
Radiotelescopio VLA, el mayor radiointerferómetro del mundo, que se encuentra cerca de Socorro, Nuevo México, EEUU. Su nombre, VLA, proviene del inglés, Very Large Array. Consta de una serie de 27 antenas parabólicas, de 25 m de diámetro cada una, colocadas en tres brazos de 21 km, en forma de Y. Es administrado por el Observatorio Nacional de Radioastronomía y entró en pleno funcionamiento en 1981, aunque algunos de sus elementos se habían utilizado durante años.
El VLA funciona por el principio de la interferometría, una técnica de radioastronomía en la que se utilizan conjuntamente diversas antenas para construir una imagen del cielo tan detallada como la que se obtendría con la antena más grande. Cada antena contiene su propio receptor; las señales de cada una se envían a un edificio central donde, combinadas, forman una imagen de alta resolución. El poder de resolución total (posibilidad de precisar los detalles) de las 27 antenas es igual al de una sola antena con un diámetro de 27 km. La resolución máxima en una longitud de onda de 1,3 cm es como la resolución de un telescopio óptico con un reflector de aproximadamente 91 cm de diámetro.
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