Forma, función y significación, rasgos o cualidades que caracterizan una palabra o elemento cualquiera distinguiéndolo de otros.
2 | FORMA |
En general, la forma de la palabra está determinada por un lexema o semantema más una serie de morfemas, en los verbos, pronombres, sustantivos...; en los adverbios sólo un semantema, pues carece de morfemas constituyentes, aunque puede llevar, de manera muy limitada, algún morfema que introduzca un matiz ligado al afecto, por ejemplo un sufijo diminutivo (“callandico”, “ahorita”). Generalmente forma y función coinciden: a determinadas formas corresponden siempre las mismas funciones y determinadas funciones son siempre cumplidas por las mismas formas. Sin embargo, el lingüista Edward Sapir considera que no siempre existe un vínculo claro entre forma y función: en el caso de la negación y de la posibilidad (o imposibilidad), se dan procedimientos formales muy diferentes, porque la lengua española puede acudir al adverbio no y al verbo poder: “No puedo verlo”, o al prefijo in- y al sufijo –ible: “Es invisible”.
3 | FUNCIÓN |
La función es el rasgo que adopta un signo o un sintagma cuando se realizan lingüísticamente. Los lexemas, morfemas y sintagmas sólo se dan aislados, como abstracción a posteriori. Cuando existe un acto lingüístico, estas unidades cobran vida en una organización gramatical, revisten una función, cumplen un oficio, por ejemplo: el oficio de carpintero puede estar desempeñado por Luis, Daniel, Sergio. Cambia en cada caso la forma, pero la función es la misma. La función de un elemento o constituyente en una oración es la relación que éste mantiene con los restantes. Las funciones más estudiadas por la tradición gramatical han sido las funciones sintácticas en los distintos niveles jerárquicos de análisis: sujeto, predicado, complemento, determinantes, nexo, que hoy se tienden a establecer al margen de consideraciones de significado.
Un plano distinto lo constituyen las relaciones de significado, que subyacen en cada caso a una construcción determinada, y que permiten realizar otro nivel de análisis en el que se establecen esta vez funciones semánticas independientemente de la estructura sintáctica, bajo la cual pueden aparecer funciones lógico-semánticas, como la articulación del enunciado en tema, es decir, el tópico, asunto o sujeto del discurso y rema, también llamado “comento”, que equivale al predicado, aquello que se dice acerca del sujeto. También se puede señalar la función privativa, función sintáctica ligada estrechamente a ciertas palabras, que constituye, precisamente, el criterio para establecer a qué clase pertenecen.
La función de sujeto es privativa del sustantivo. Si otra clase de palabras la desempeña, se dice que ha experimentado una sustantivación. El sintagma sujeto es el que señala quién cumple la acción del verbo, o, desde el punto de vista semántico, la persona o cosa de la que se dice, predica o comenta algo. En la oración: El niño corre, ‘el niño’ es el sujeto de corre, ya que se puede cambiar este sintagma y colocar otro de la misma categoría (un sustantivo o pronombre) en su lugar: el gato, el río, el rumor, eso, el hombre..., corre. Por tanto, estos sustantivos cumplen también la función de sujeto, la cual no varía aun cuando se le añada una serie de elementos: Corre el niño de fácil sonrisa.
El estudio de la gramática puede realizarse desde dos ángulos diferentes: el de las categorías (sustantivo, adjetivo, pronombre...) y el de la relación de funciones (sujeto, predicado, complementos...). En realidad, un análisis completo debe abarcar ambos aspectos: relación de las categorías en las que se agrupan los signos, sistema y funciones típicas de estas categorías.
4 | SIGNIFICACIÓN |
La significación es el plano del contenido de un signo; se identifica con el concepto, en oposición al significante, que corresponde a la imagen. Se distingue el significado léxico y el significado gramatical. El primero es el que poseen los signos lingüísticos que, a su vez, remiten a la realidad extralingüística. El segundo, puramente lingüístico, es el que poseen determinadas unidades lingüísticas que, a su vez, remiten a la organización del discurso: perro, casa, amar, poseen significado léxico. Los pronombres, las conjunciones, los morfemas de género o de tiempo poseen significado gramatical.
Las palabras evolucionan y, a veces, modifican su significado; no obstante, hay palabras cuyo sentido es permanente: los números, los días de la semana, los puntos cardinales..., pero puede decirse que se trata de casos excepcionales, pues lo habitual es que el sentido se transforme a través del tiempo y de las circunstancias de los hablantes. Si se analizan algunos términos como burgués, país, velocidad, y se los compara con el significado que tenían hace algunos siglos, se comprueba que éste se ha transformado. Por otra parte, cada palabra especifica su sentido en relación con las asociaciones conceptuales que proporcionan otras palabras del contexto, así: el término campo, puede ser de batalla, de fútbol, magnético, de minas, de concentración, de patatas, de investigación... Cada palabra cuenta con un significado-base que viene a ser la acepción primera con la que cada palabra es definida en el diccionario. Se trata del sentido más común y generalizado de cada palabra. Ese significado primario se denomina denotación, conjunto de semas unidos de forma constante y estable a cada unidad léxica. La palabra artefacto, por ejemplo, significa en su primera acepción “máquina o aparato”. Pero hay unos valores léxicos secundarios que se van integrando a las unidades léxicas: son los valores connotativos, unidos a asociaciones subjetivas. La palabra artefacto, además de su acepción como “aparato explosivo” o, en el lenguaje médico, “alteración producida artificialmente en un examen con aparatos registradores”, es usada con intención despectiva para indicar tosquedad, rareza o tamaño excesivo. Pensando en el valor connotativo de las palabras, no habría que olvidar la explicación etimológica: compuesto derivado del latín, la palabra artefacto significa “cosa hecha con arte, sujeta a técnica o habilidad”.
Razones de índole psicológica, social y hasta política son determinantes en la definición de los valores connotativos. El fundamento de la connotación está vinculado a la polisemia del lenguaje, de modo que si cada unidad léxica tuviera relaciones biunívocas con un solo significado, no prosperarían los valores connotativos. Hay valores connotativos diversos y aun contradictorios en una misma palabra, en función del grupo social o de la tradición literaria que lo haya desarrollado; así, la palabra asno connotativamente remite a la noción de torpeza, según la fábula del burro flautista, pero también de constancia y sobriedad. En El asno de oro, de Lucio Apuleyo, el animal es el resultado de la metamorfosis del protagonista Luciano quien, bajo su nueva apariencia, puede observar y satirizar las costumbres ajenas. De esta manera, denotación y connotación son conceptos que se manejan como opuestos y a la vez complementarios.
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