Ollantay (siglo XVIII), drama anónimo de tema incaico, en lengua quechua, que está considerado un monumento literario del periodo colonial. Su fama e influjo son muy vastos, a través de numerosas traducciones y adaptaciones dramáticas y musicales, entre ellas las de Ricardo Rojas y Alberto Ginastera.
Dos aspectos se han discutido larga y ardientemente a propósito de esta obra desde que fue descubierta en 1837: su origen y su autoría. Las tesis de un Ollantay de elaboración indígena y de un Ollantay mestizo han sido defendidas al compás de posiciones indigenistas o europeístas, gustos literarios cambiantes y el avance mismo de las investigaciones; la identificación de su autor o probable autor también ha desvelado a los estudiosos. Hoy puede afirmarse con bastante certeza que la obra es la versión colonial de una leyenda incaica y que el redactor del manuscrito más conocido del drama (existen otros cinco) es el cura cuzqueño Antonio Valdés (1740?-1816), cuya autoría es, sin embargo, difícil de sostener si se tiene en cuenta que hay un manuscrito anterior, de 1835. El de Valdés fue escrito hacia 1770. No se conserva el original, sino su copia; su primera traducción al castellano se debe a José Sebastián Barranca, corresponde a 1868 y lleva el título de Ollanta, o sea la severidad de un padre y la clemencia de un rey, que da una buena idea de su contenido: una historia de amores prohibidos entre el jefe rebelde, Ollantay, y Cusi-Cóyllor, princesa e hija del Inca Pachacútec. Tras muchas peripecias, la historia termina con un final feliz, que muestra a un nuevo y más tolerante Inca Túpac Yupanqui, quien perdona a los amantes. La obra tiene tres actos y está compuesta en octosílabos quechuas. Que su representación fuese prohibida después de la sublevación de Túpac Amaru en 1780 revela que las notas de rebeldía y perdón incorporadas en el drama le daban entonces una significación política de actualidad.
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