La Giralda
En Sevilla se dio la escuela poética sevillana, caracterizada por el artificio y el brillo verbal. Esa brillantez y exuberancia se puede ver en otras manifestaciones artísticas de la ciudad del Guadalquivir. En la ilustración aparece la Giralda, un alminar árabe construido entre 1188 y 1198, y al que en el siglo XVI se le añadió el rico y personalísimo remate del que proviene su nombre.
Escuela sevillana, grupo de poetas coetáneos de los que constituían la escuela salmantina, cuya estética se basaba en las Anotaciones de Fernando Herrera a la poesía de Garcilaso de la Vega. Literariamente buscan el artificio y el brillo verbal, acudiendo a neologismos y cultismos y valiéndose de estrofas largas, en las que se manifiesta un cuidado riguroso de la rima. El espacio que los vincula es la Academia de Gramática y Humanidades, dirigida por el maestro Mal Lara, en la que coinciden Argote de Molina, Juan de la Cueva, Diego Girón, Francisco Pacheco y el mismo Herrera. La escuela se extiende a lo largo de un siglo dividido en dos etapas: la primera, hasta principios del siglo XVII; la segunda, hasta mediados de este siglo, representada por poetas como Jáuregui, Rioja, R. Caro y Quirós. También en el siglo XVIII se crea una escuela sevillana, representada por dos academias: la Horaciana y la Particular de Letras Humanas. Su poeta preferido es también Fernando Herrera. Entre sus miembros figuran Alberto Lista, Manuel María del Mármol, José María Blanco White, autor de un ensayo llamado Sobre el placer de las imaginaciones inverosímiles. Aunque la estética dominante es la neoclásica, los dos últimos autores citados tienen contactos con el romanticismo inglés y alemán.
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