La Lengua griega




Alfabeto griego
El alfabeto griego se compone de 24 letras. La propia palabra "alfabeto" procede de sus dos primeras letras, alfa y beta.

Lengua griega, lengua del pueblo griego que abarca los periodos antiguo, ático, helenístico, bizantino y moderno. Es el único miembro de la subfamilia griega dentro de la familia de las lenguas indoeuropeas. La lengua que se habló en la antigua Grecia difiere en muchos aspectos de la que se habla hoy y que recibe el nombre de griego moderno, aunque tanto el griego clásico como el moderno emplean el mismo alfabeto de 24 letras, procedente del fenicio.
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GRIEGO ANTIGUO
Indoeuropeos procedentes del Norte introdujeron el griego en la península Balcánica en el II milenio a.C. En tiempos prehistóricos hubo pueblos que emigraron procedentes del Asia septentrional y central hasta las tierras fértiles del sur y se asentaron en varias regiones de Grecia, donde aparecieron diferentes dialectos; los cuatro principales fueron el arcadio-chipriota, el dórico, eólico y jónico.
El dialecto arcadio-chipriota, del que poco se conoce, desciende de la lengua que se hablaba durante el dominio de Micenas en el Peloponeso y algunas islas meridionales. En 1952 se descifró lo que se ha llamado escritura cretense B lineal, cuyas inscripciones se encontraron en unas tablillas de arcilla mientras se llevaban a cabo unas excavaciones en Creta y otras partes de Grecia desde 1900, y se fijaron como antecedentes del arcadio-chipriota por estar fechadas en el 1500 a.C. Estas investigaciones demostraron que los griegos tenían expresión literaria varios cientos de años antes de su primer poeta conocido, Homero, que probablemente perteneciera al siglo IX antes de Cristo.
El dialecto dórico, en sus orígenes se hablaba en el norte de Grecia, pero sustituyó al arcadio-chipriota en el Peloponeso, además se habló en la región meridional en las islas Cícladas, la de Creta, las colonias griegas de Asia Menor, Sicilia e Italia. En el siglo III a.C. se escribieron en él muchos poemas como los de Teócrito y también hay rasgos dóricos en Píndaro. En la región de Eolia se hablaba el eolio, así como en Tesalia y Beocia. Fue la lengua en la que escribieron sus poemas Alceo y Safo, y Teócrito tres de los Idilios. El dialecto jónico se hablaba en las islas del Egeo y en casi toda la costa occidental del Asia Menor. En él se escribieron muchas obras del siglo V a.C. como las del médico Hipócrates y las del historiador Herodoto. En cuanto a la lengua de los poemas homéricos es el resultado de toda una tradición literaria que pudiera haberse iniciado en el micénico, transmitido a través del eólico y jónico para alcanzar una forma final en ático, aunque el jónico es el dialecto más representado.
El dialecto jónico dio lugar al ático, que es el elemento básico del griego clásico. Era la lengua de Atenas y su zona circundante la Ática y se distinguía de otras variedades del jónico en su característica contracción de las vocales. En función de la supremacía política y su papel predominante en el arte, la filosofía y el teatro en torno al siglo V a.C. el dialecto ático sustituyó a todos los demás y se convirtió en la lengua literaria. Su influencia fue aún mayor porque en él se expresaron los mejores intelectuales, sabios y escritores de la época, como los dramaturgos Esquilo, Eurípides y Sófocles, el orador Demóstenes, el filósofo Platón y los historiadores Tucídides y Jenofonte.
En el siglo IV a.C., gracias a las conquistas de Alejandro Magno y a la expansión de Macedonia, tuvo lugar un cambio en la población griega que llegó desde la propia Grecia hasta los asentamientos del Oriente Próximo. En este periodo, llamado helenístico, el dialecto ático, hablado por las clases cultas, los mercaderes y los emigrantes, se convirtió en lengua común por todo el Oriente Próximo. Al mezclarse los griegos con otros pueblos, la lengua cambió; el ático se convirtió en la base de una nueva forma del griego, la koiné (la norma), que se extendió por todas las áreas de influencia griega. Durante el imperio helenístico la koiné fue la lengua de la corte, de la literatura y el comercio.
La koiné se dividió en dos niveles: la literaria o culta y la lengua vernácula o popular. Usaron y hablaron la lengua culta las clases superiores educadas que hasta la conquista romana mantuvieron una vida artística e intelectual plena de vigor e independencia, y aunque no olvidaron a los grandes escritores de tiempos anteriores, desarrollaron una lengua que expresara sus nuevas necesidades, concretamente las relacionadas con las ideas abstractas del ámbito de la filosofía, la gramática, las ciencias físicas y las sociales. A la vez se simplificó la lengua con la supresión de muchas formas gramaticales irregulares y también se produjeron algunos cambios fónicos. Se perdió la condición musical del ático de Atenas; se igualaron los valores vocálicos y los diptongos se monoptonaron.
En la lengua popular, aunque en menor medida, también influyeron el prestigio de los clásicos y el nuevo pensamiento helenístico. Aceptó con mayor libertad préstamos léxicos que procedían de las lenguas del Oriente Próximo y se separó mucho de la gramática tradicional. Esta variedad se conoce por cartas de papiros y textos de algunos escritores de las clases populares. Las obras más importantes fueron los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, que ofrecen una peculiar forma de la koiné mezclada con elementos claramente semíticos. Después, los padres de la iglesia escribieron en la forma culta.
Durante los dos primeros siglos de nuestra era un grupo de intelectuales provocó la vuelta al dialecto ático puro de los siglos IV y V a.C. No obstante el apoyo entusiasta de Galeno, el del gramático del siglo II Frínico y de otros escritores como Luciano; el llamado movimiento aticista no obtuvo un éxito completo. Muchos escritores del siglo II y otros posteriores, como el ensayista y biógrafo Plutarco y el geógrafo Pausanias usaron la koiné en su forma culta, pero los aticistas aparecían de vez en cuando y esporádicamente dominaron el panorama literario, como ejemplo está el orador del siglo IV Libanio. Con la destrucción de la biblioteca de Alejandría en las guerras del siglo III, la política del emperador Teodosio en torno al año 191 y la desaparición de las escuelas atenienses de filosofía que ordenara el emperador Justiniano en el 529, la lengua literaria, que estaba cada vez más alejada de la popular, quedó relegada a la iglesia, a unos pocos estudiosos y algunos escritores repetitivos.
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GRIEGO MODERNO
Durante el periodo bizantino y los años de dominio turco la lengua literaria griega permaneció estática; la literatura que produce es básicamente hagiográfica, obras teológicas y poesías religiosas. A finales del siglo XVIII se desarrolla una burguesía emergente griega que manifiesta una conciencia nacional. Sin embargo hasta el 1880 las personas que dirigen esa burguesía eran navieros, comerciantes que vivían en las colonias fuera de Grecia y basaban sus usos lingüísticos y preferencias culturales en una herencia idealizada de la antigua Atenas. Dentro de Grecia, que permanecía bajo el dominio de los turcos otomanos, las energías del pueblo se vieron abocadas a una actividad revolucionaria que afirmaba la independencia nacional. En el siglo XIX, una vez alcanzada la independencia, los griegos tuvieron que enfrentarse a problemas más urgentes que los estrictamente lingüísticos, de lo que se derivó que el idioma establecido para la nueva nación no fuera una lengua uniforme.
A finales del siglo XIX, los escritores y profesores griegos tuvieron que ocuparse en debatir la sistematización de la lengua popular para proporcionar el tratamiento adecuado en la enseñanza y la comunicación. Quienes encabezaron el movimiento en favor de la expansión de la lengua popular fueron llamados demotiquistas, de demótico, el idioma vernáculo. Entre sus valedores estuvieron el poeta Dionisios Solomo, el filólogo francés de origen griego Jean Psichari. Los principales logros de este movimiento fueron la creación de una gramática vernácula y la producción de un amplio conjunto de obras que trataban de las conquistas, vida y costumbres del pueblo. La mayoría de los novelistas y poetas de la Grecia actual emplean la lengua vernácula de forma abrumadora.
A los demotiquistas se opusieron los puristas, defensores de un griego puro (el kazarévusa).
Proponían que lo primero que había que hacer era despertar la conciencia nacional de ser los herederos de una gran cultura antigua. No les gustaba la difusión de la lengua vernácula tanto en su uso oral como escrito, y promovieron una lengua artificial, elegante y enraizada en la investigación, basada en el griego clásico y alejada del habla que primaba entre las gentes. Aconsejaron el estudio de los autores clásicos, poniendo especial énfasis en los poetas y retóricos. Encabezaban este movimiento muchos profesores de filología de la Universidad de Atenas. Como resultado de la campaña sostenida por los puristas, el gobierno adoptó el kazarévusa, pero en 1917 una resolución del Parlamento convirtió el demótico en lengua oficial que desde entonces se enseña en las escuelas y es la lengua que utilizan escritores y poetas.
Las principales diferencias gramaticales que se presentan entre la forma actual y la antigua residen en las declinaciones y las conjugaciones. En el presente, tanto en la forma vernácula como en la purista, la declinación ha perdido todas las formas del dual, que era un tercer número gramatical para nombrar por pares los nombres, artículos, pronombres y adjetivos; asimismo ha desaparecido el caso dativo que únicamente se conserva en unas pocas frases hechas. También se ha simplificado la conjugación y no sólo por la pérdida del número dual, sino porque se han eliminado dos modos, el optativo y el infinitivo; el primero se empleaba en oraciones que significaran deseo o duda, casi siempre subordinadas, y el segundo en las oraciones subordinadas sustantivas. Hoy esas funciones las realizan las perífrasis verbales y los verbos auxiliares. Algo parecido ya había sucedido en el griego clásico para las formas del imperativo que se sustituyó por un auxiliar y el verbo principal en subjuntivo.
En cuanto al léxico, el vernáculo se caracteriza por el uso de muchos préstamos que ha aceptado de otras lenguas concretamente del italiano, el turco y el francés; también muestra una gran facilidad para combinar y componer palabras. El purista o kazarévusa evita las palabras de otras lenguas y cuando necesita nuevos términos que no existían en la lengua clásica, heleniza las palabras de otro origen, tratando en todo caso de preservar las raíces originales de su lengua.


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