La Paleografía





Paleografía, en sentido amplio, es el estudio y análisis de los documentos que se escribieron en las edades antigua y media. Cabe entender la paleografía de forma más restringida como el estudio de los documentos que se han escrito sobre materiales perecederos como el papiro, las tablillas enceradas, el pergamino, el cuero y el papel. En otros casos se ha limitado su campo de estudio a los testimonios escritos en griego, latín y lenguas derivadas. Está relacionada con la Epigrafía que es la ciencia dedicada a estudiar las inscripciones grabadas en piedra o metal.
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MATERIALES ANTIGUOS EMPLEADOS EN LA ESCRITURA
Sello antiguo
Durante siglos los sellos y marchamos sirvieron para garantizar tratados, intercambios y documentos. Una de las primeras formas de imprimirlos consistía en presionar sobre arcilla húmeda o cera dos piedras que tenían grabada en relieve una misma figura: una en positivo y otra en negativo, al hacerlo creaban un distintivo que era una marca reproducible. Este sello de un toro procedente de la India es una muestra característica del 2300 al 1750 a.C.

Los materiales más usados en la antigüedad fueron las tablillas enceradas, los rollos de papiro y más tarde los códices o libros de cuero. Los papiros se disponían en unas tiras de seis a nueve metros de longitud y fueron el material más empleado en la época clásica, siendo de uso común en el periodo de tiempo comprendido entre el 500 a.C. hasta más allá del 300 d.C. Presentaban algunos inconvenientes, puesto que había que enrollarlos después de cada lectura, eran de incómodo manejo y, además, el principio y el final de cada rollo solía deteriorarse con mucha frecuencia, lo que ha producido muchas lagunas y huecos en los textos de los autores clásicos.
Se sabe que en la antigua Roma se empleaba el cuero para las obras literarias desde el siglo I d.C. y que en Grecia se había usado mucho antes e incluso de una manera generalizada. En torno al siglo IV, se transfirieron a los códices los textos literarios griegos y romanos, y les dieron forma de libro imitando la configuración de las tablillas enceradas. Los códices eran más manejables y más cómodos para la consulta de obras extensas. No obstante, no se transcribió la totalidad de las obras griegas ni tampoco las de la última época anterior a Cristo, por lo que muchas no han llegado hasta nuestros días.
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LOS ESTILOS ANTIGUOS
Tanto en los rollos de papiro como en los códices, los textos en prosa se escribieron en dos columnas. Las palabras no se separaron hasta el siglo IX, aunque en algunos textos e inscripciones se utilizaron unos puntos y unas marcas que cumplían esa misión. Estas prácticas explicarían los muchos errores de transcripción que cometieron los escribanos, que solían ser personas poco cultas o descuidadas.
Durante mucho tiempo resultó complicado descifrar los manuscritos medievales como consecuencia de estos errores en las copias, así como por el uso de contracciones, abreviaturas y enlaces que se utilizaban por dos motivos, por ahorrar trabajo y por economizar materiales que eran muy caros. Rara vez se usaban las abreviaturas en los primeros manuscritos, pero con el paso del tiempo se fueron haciendo cada vez más frecuentes.
Los escribas de la antigüedad empleaban dos estilos que se conocen como escritura libraria, que se hacía a mano, y otro más rápido, también a mano, que se ha llamado cursiva documental, empleada para los documentos que no eran literarios, sino relacionados con la vida diaria. Los manuscritos que existen de los autores clásicos están escritos bajo la forma libraria o bajo una forma de influencia cursiva que se desarrolló a lo largo de la edad media.
Todos los manuscritos griegos y latinos que se escribieron en la edad antigua y en la medieval, se clasifican bien dentro de la escritura en mayúscula, esto es, de letras grandes, o en minúscula, de letras pequeñas. La escritura en mayúsculas se subdivide en: (1) capitales, ya sea en trazos cuadrados, realizados con mucho cuidado para que sus ángulos recuerden las inscripciones en piedra, o de capitales llamadas rústicas, más alargadas y de trazos oblicuos y pequeños cruces realizados con más libertad; y (2) unciales, que son las capitales modificadas por trazos curvos y ángulos, que eran más fáciles de trazar. La escritura en minúsculas es el resultado de escribir mayúsculas con rapidez y consecuencia de la influencia de la cursiva; las letras cambian de forma y se hacen más pequeñas, pero la escritura en minúsculas es diferente a la cursiva en muchos casos.
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LA ESCRITURA GRIEGA
El primer papiro griego de carácter literario es un fragmento de los Persae del poeta Timoteo, que está escrito en letras capitales, parecidas a las de las inscripciones. Los documentos precursores de la escritura uncial aparecen en el siglo I d.C., y sus características esenciales se pueden seguir en los papiros hasta los siglos VI y VII d.C. En la historia de los papiros griegos se pueden distinguir tres periodos: el tolemaico, desde el 330 hasta el 30 a.C.; el romano, desde el 27 a.C. hasta el 305 d.C., caracterizado por los trazos redondeados y adornados; y el bizantino, desde el 360 hasta la conquista de Egipto por los árabes en el año 640, caracterizado por un estilo decorativo.
Los manuscritos más antiguos son los tres grandes códices unciales de la Biblia: el códice Vaticano, el códice Sinaítico y el códice Alejandrino de los siglos IV y V. Son tres manuscritos en griego del Nuevo Testamento que están escritos básicamente en caracteres unciales y sobre unos rollos de papiro. En torno al siglo VII la escritura inclinada uncial es la más corriente; se caracteriza por los contrastes entre los trazos gruesos y los suaves, y se la conoce como uncial eslavona porque sirvió de base al alfabeto eslavo.
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LA ESCRITURA ROMANA
La paleografía latina comienza con los caracteres en mayúscula, como se comprueba en los manuscritos más antiguos que existen, caso de las obras de Virgilio de los siglos IV al V d.C.; eran caracteres capitales, cuadrados y rústicos. Tanto la forma libraria como la uncial se emplean desde el siglo V al VIII, y están presentes en las obras bíblicas y patrísticas. La forma cursiva se generalizó, y como estaba muy influida por la mayúscula libraria, se creó un estilo nuevo denominado semiuncial, que se convirtió en la forma popular libraria con sus modificaciones. Esta forma clara y hermosa influyó en la libraria medieval. A partir del siglo VII casi toda la escritura libraria era en minúsculas, resultado de una evolución de la cursiva que realizaron los copistas quienes incluyeron rasgos de la uncial y la semiuncial. Los primeros ejemplos del estilo cursivo se encuentran en los letreros de las paredes y en tablillas enceradas que se han encontrado bajo las ruinas de la ciudad de Pompeya, escritas todas ellas antes del año 79 d.C. A partir de las letras cursivas se han desarrollado las letras minúsculas y se han convertido en los llamados estilos nacionales que aparecen en la edad media, donde cada nación adoptó su propio estilo.
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EVOLUCIÓN DE LOS ESTILOS NACIONALES
Durante la edad media aparecieron siete grandes estilos caligráficos: el lombardo del sur de Italia, que se practicó en los monasterios italianos de La Cava y Montecassino; también conocido como beneventanocasiense, se empleó entre los siglos IX y XIII. El visigodo, que se utilizó en la península Ibérica entre los siglos VIII y XII. No se puede hablar de una sola forma de escritura, pues en esos momentos los árabes rigen Al-Andalus y surge una síntesis de culturas, a la que no escapa la escritura, que muestra su estilo en los manuscritos mozárabes. Aquí las letras son de menor tamaño que en la escritura uncial y semiuncial. Los códices, que son documentos históricos y textos literarios, dan lugar a toda una escuela de iluminadores o ilustradores (llamados beatos), cuya mejor expresión la representa el Beato de Liébana. Su obra Comentarios al Apocalipsis de San Juan y a la profecía de Daniel está ilustrada con gran riqueza iconográfica e incorpora una forma colorista y brillante de adornar las letras iniciales de cada sección, así como la figura humana. A partir del reinado de Alfonso X (siglo XIII) la escritura recibe la influencia francesa, nunca ausente, del estilo gótico. El llamado estilo insular, presente en Inglaterra e Irlanda es más conservador que el continental y procede de la escritura semiuncial; es de trazos angulares y fue llevada a Irlanda durante los siglos IV y V.
Durante los siglos VII y VIII, en Francia aparece el estilo precarolingio o merovingio, que se modificó durante el reinado de Carlomagno, momento en el que se presta una gran atención a la copia de manuscritos anteriores. Los copistas, que escribían sobre un pupitre, produjeron una caligrafía sencilla y muy hermosa sobre la base de las letras semiunciales que se llamó minúscula carolingia. A partir de ese momento cada nación de Europa crea su propia escritura al reformar esta grafía que todos conocían.
En el siglo XII se extiende el uso de la llamada escritura gótica, o letra negra; era una modificación de la minúscula carolingia que había sustituido las curvas de sus trazos por ángulos. De difícil lectura, no sólo por su carácter angular, sino también por el uso excesivo de contracciones y abreviaturas, aunque en otro tiempo fue la forma elegida para la imprenta, hoy apenas se usa.
El renacimiento del estilo carolingio tuvo lugar en Italia durante el siglo XIV, donde se desarrolló un estilo muy bello y regular, que condujo a la llamada caligrafía humanista del siglo XV, y que triunfó por su claridad y por haber recuperado las letras romanas de la escritura semiuncial del primer periodo. Estas minúsculas son las precursoras de las letras que hoy están vigentes.


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