Creación de la ópera y su teatro




El invento y la Creación de la ópera y su teatro


Las elaboradas exhibiciones escénicas y las historias alegóricas de los intermezzi, en conjunto con los continuados intentos de recrear la producción clásica, llevaron a la creación de la ópera a finales del siglo XVI. Aunque el primer teatro de corte clasicista tenía un público limitado, la ópera se hizo muy popular. A mediados del siglo XVII, se estaban construyendo grandes teatros de la ópera en Italia; tenían por norma un gran escenario y proscenio, un patio de butacas en forma de herradura, y gran cantidad de palcos, cubículos dispuestos en hileras a lo largo de los muros internos del teatro, creando así espacios privados para sentarse. La visión del escenario desde estos palcos era a menudo muy pobre, pero las clases altas acudían al teatro para ver tanto como para ser vistas.
4.3.3
Commedia dell'arte

Máscaras de la Commedia dell'arte
Las máscaras que vemos en este cuadro cubren la mitad del rostro y eran utilizadas por los actores de la Commedia dell’arte, forma teatral italiana muy popular durante el siglo XVI en la que los personajes y sus caracterizaciones eran muy exagerados.

Mientras la elite se entretenía con el teatro y el espectáculo de estilo clasicista, el público en general se divertía con la Commedia dell’arte, un teatro popular y vibrante basado en la improvisación. A partir de varias formas populares del siglo XVI, compañías de intérpretes cómicos crearon una serie de personajes tipo, como Arlequín o Pantaleón, que eran exageraciones y estilizaciones de criados, locos, amantes, abogados y doctores, entre otros. Inmersos en tramas y decorados predecibles, a cada actor le correspondían discursos predeterminados y partes de la acción conocidas como lazzi. Los decorados proporcionaban guías e indicaban entradas, salidas y el foco de discursos específicos. Los intérpretes incluían sus lazzi en estas circunstancias según les pareciera apropiado e improvisaban la representación. Los actores de la commedia se dispersaron por Europa. Las compañías actuaban no sólo en las calles sino también ante los nobles. Entre 1550 y 1650 tuvo su máximo apogeo, y ejerció su influencia desde el teatro de títeres turco hasta las obras de Shakespeare y Molière.
4.3.4
Desarrollo del teatro francés

Pierre Corneille
El dramaturgo francés del siglo XVII, Pierre Corneille, se hizo conocido por sus tragedias y comedias. Entre otras obras deben destacarse El Cid y Horacio.

A finales del siglo XVI era popular en Francia un tipo de comedia similar a la farsa. Este fenómeno dificultó el establecimiento total del drama renacentista. En aquel tiempo no existían en París edificios expresamente dedicados al teatro; se utilizaban con ese propósito recintos destinados al juego de pelota. La fuerte influencia italiana en Francia llevó a popularizar representaciones parecidas al intermezzo, que fueron denominados ballets.
Hasta la década de 1630-1640, con las obras de Pierre Corneille y, más tarde, de Jean Baptiste Racine, no se estableció plenamente el drama neoclásico. Bajo la influencia ejercida por el cardenal de Richelieu, las normas neoclásicas fueron rígidamente aplicadas, y la obra de Corneille El Cid (1636 o 1937), aunque extremadamente popular, fue condenada por la Académie Française por violar los principios del decoro y la verosimilitud. Las obras de Racine combinan con éxito la belleza formal de la estructura y el verso clásicos con temas mitológicos para crear obras austeras de elevado estilo.

Molière
Molière, dramaturgo del siglo XVII y quizá el autor satírico francés más importante, creó un gran número de personajes cómicos que utilizó para denunciar la hipocresía de la sociedad de la época. Fue más allá de las posibilidades de la farsa, desplegando ante su público profundas observaciones sobre el carácter y satirizando el autoengaño y la adhesión incondicional a las convenciones sociales. Este es un extracto de Tartufo cuya traducción es: "Es el escándalo público lo que lo convierte en ofensa, pues el pecado en secreto no es pecado". (Recitado por un actor).

Molière está considerado como el gran dramaturgo francés. Sus farsas y comedias de costumbres reciben en su mayoría una influencia directa de la Commedia dell’arte, pero generalmente van más allá de su objetivo específico y podrían considerarse como observaciones sobre las limitaciones y errores del género humano. Muchas de sus obras están imbuidas de una cierta amargura.
Molière fue también un actor cómico de excepción en su tiempo, y trabajó con el objetivo de alterar el estilo histriónico y ampuloso que entonces dominaba la escena francesa. Hizo que los miembros de su compañía, para quienes escribía papeles a la medida en sus obras, adoptaran un estilo más coloquial y se movieran de un modo más natural. Aunque tuvo gran éxito con sus producciones, el estilo grandioso sobrevivió en Francia hasta principios del siglo XIX. Unos años después de su muerte, acaecida en 1673, su compañía teatral fue fusionada por orden de Luis XIV con otras de París. De esta fusión surgió en 1680 la Comédie-Française, la compañía de teatro estable más antigua del mundo aún en activo. Durante el siglo siguiente el teatro francés estuvo dominado por los actores y no hubo producciones notables hasta finales del siglo XVIII. Los teatros de bulevar y feria tomaron gran auge a lo largo de esta época.

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